En juego periodismo, elecciones y mapas políticos en el Nororiente colombiano (1ª parte)



Este trabajo fue elaborado para la Corporación Medios para la Paz y hace parte de un informe especial que analiza la situación de la prensa en varias regiones de Colombia de cara a las elecciones de 2006 (está en www.mediosparalapaz.org/index.php?idcategoria=2420) La presente versión es más extensa que la de esa página web.

Por Linsu Fonseca y Juan Gonzalo Betancur

Como en todo el país, los periodistas del Nororiente colombiano serán testigos de primera línea y estarán informando sobre las elecciones para Congreso y Presidencia de la República, hechos que coparán buena parte de la agenda informativa del año. Pero aquí tienen una particularidad y es que está en juego el fortalecimiento o no de un fenómeno evidenciado en los pasados comicios de 2003: la transformación en la distribución del poder político en toda la región.

Según diversos analistas, en esta parte del país ello empezó a significar una pérdida de importancia de los partidos tradicionales, la aparición de nuevas fuerzas electorales y la que muchos llaman, desde hace varios meses, notable incidencia de los grupos paramilitares en el debate político y, por ende, en la búsqueda de presencia directa en los órganos de dirección del Estado.

Esta es una región grande desde el punto de vista geográfico pues comprende los departamentos de Santander, Norte de Santander, Arauca y las subregiones del Magdalena Medio –incluyendo el conflictivo sur de Bolívar– y el sur del Cesar.

Una zona muy importante desde el punto de vista geoestratégico por su ubicación como sitio de paso hacia otras regiones del país y por los recursos naturales y sistemas productivos que tiene.

En la economía legal, aquí se ubican las principales áreas de extracción y refinación de petróleo, importantes yacimientos de oro y platino, y una fuerte industria agrícola y ganadera. En las economías ilícitas, robo de gasolina de poliductos, ingreso ilegal de combustibles desde Venezuela, tráfico de armas, plantaciones de coca y lavado de activos.

Además, históricamente el Nororiente ha sido clave dentro del desarrollo del conflicto armado y a partir de la expansión del mismo más allá de las fronteras nacionales, fundamental para las relaciones internacionales del Estado colombiano dado que es área limítrofe con Venezuela.

El factor quizá más complejo dentro de la dinámica política actual es, idéntico a como se ha venido denunciando en diferentes partes del país en las últimas semanas, la incidencia que tendrá el paramilitarismo en las próximas elecciones. Sin embargo, en el Nororiente esta situación no es nueva y de ella se ha hablado en diferentes momentos.

El informe “Obstinación con la guerra – Conflicto armado y crisis de derechos humanos en el Nororiente” (de la organización no gubernamental Corporación Compromiso) que analizó la situación presentada durante el primer semestre de 2005, metió el dedo en la llaga el año pasado. Explicó de la siguiente forma el contexto político de la región (Observatorio Nororiental de Desarrollo y Derechos Humanos, 2005: 100-101):

“El mapa pos-electoral de los departamentos sufrió cambios importantes y preocupantes. Para las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales en 2003, la correlación geopolítico-militar favorable a las autodefensas que controlaban la mayoría de cabeceras municipales de los municipios del nororiente y el Cesar, incidió de manera determinante en la aparición de nuevos partidos y movimientos que desplazaron el predominio de conservadores y liberales.
Los candidatos a alcaldías, concejos y asambleas en representación de territorios con presencia militar dominante de las autodefensas, terminaron por ceder a alianzas y presiones de este grupo armado. En efecto, en el Cesar terminaron por imponer un candidato único a la gobernación y la mayoría de las alcaldías. En Santander impusieron una alianza contra los partidos tradicionales. Para Norte de Santander, las alcaldías del área metropolitana de Cúcuta fueron arrebatadas al Partido Liberal y en más de la mitad de los municipios los conservadores fueron desplazados por candidatos y movimientos presionados u organizados por este grupo.
(…) En el panorama político podemos encontrar varias posiciones encontradas, por un lado están los movimientos políticos de izquierda democrática (minoritarios) que rechazan de manera categórica cualquier tipo de vinculación con los grupos paramilitares, como el Polo Democrático Independiente y el Moir; dentro de los partidos tradicionales encontramos que por sectores y dependiendo de factores territoriales se llega a acuerdos de gobernabilidad con estos grupos. No se presenta un copamiento total de la ultraderecha armada hacia los partidos tradicionales, pero sí tienen una marcada influencia”.

En medio de ese complejo ajedrez político y del debate electoral que se viene, en el cual unos lucharán por fortalecer esa tendencia y otros por neutralizarla, aquí, como en todo el mundo, los medios masivos y los periodistas son, igual que los electores, elementos en disputa para todos los aspirantes a cargos de elección popular. Porque, como se ha dicho en muchas ocasiones, se han convertido en la nueva tribuna para hacer política.

“La tendencia mundial es a la mediatización de las campañas políticas, en reemplazo del antiguo esquema de hacer discursos en plazas públicas, y mucho más en Colombia, donde el riesgo que representa para los candidatos movilizarse por el territorio nacional los obliga, con frecuencia, a divulgar sus programas a través de la radio, la prensa, la televisión y hasta Internet” (Grupo de Investigación Área de Periodismo, 2002: 11).

La situación es más compleja aún para un periodismo comprometido con la información de calidad debido a varios elementos de orden empresarial, de lógica de financiación de los medios y de posiciones personales de los periodistas que, sin duda, volverán a plantear el debate nunca acabado del papel que juega la prensa en unas elecciones como las que vienen.

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