Uribe-Santos, dos caras del mismo espejo

Comentario que hice para el artículo Elecciones en Colombia: la 'banca' gana, del sitio de información alternativa Otramérica


Contrario a lo que muchos oráculos vaticinan, la llegada del Centro Democrático de Álvaro Uribe al Congreso colombiano con una bancada respetable en cantidad no representará una oposición en sentido estricto al gobierno de Juan Manuel Santos en caso de ser reelegido a mitad de este año, como parece que ocurrirá, según las tendencias electorales actuales: será oposición apenas frente a “algunos” aspectos de la política doméstica y, esto sí, “oposición” pero para calentar los ánimos de sus seguidores.

Porque ambas propuestas no tienen diferencias sustanciales en temas de fondo como estos:
- El modelo económico.
- Los tratados de libre comercio.
- La presencia del capital extranjero en el país.
- Las grandes inversiones privadas en minería o agroindustria.
- El fortalecimiento de las Fuerzas Armadas.
- El papel de los militares en la sociedad.
- La defensa del medio ambiente.
- La garantía a los derechos humanos.
- La aceptación de la sociedad civil como un interlocutor importante en la definición de políticas públicas.

En todos esos asuntos, ambas tendencias son muy parecidas.

Ni siquiera frente a las relaciones internacionales son muy distintos, aunque los gobiernos de Uribe y el de Santos hayan tenido estilos diferentes: el primero más pendenciero y hostil hacia países como Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia, principalmente, y el segundo más estratégico y pragmático en sus posiciones con las demás naciones.

En el único aspecto de esos centrales y definitivos para la vida nacional en los que hay divergencias profundas es en el tema de la paz, específicamente sobre las negociaciones con la guerrilla de las Farc.

No es algo de poca monta, por supuesto, pero es apenas un solo aspecto: aún con lo que ha significado el conflicto armado interno para el país en casi 60 años, ni la vida nacional y ni siquiera la actividad gubernamental o legislativa se reduce a este aspecto.

En los temas de la paz sí echarán chispas y eso lo sabe desde el más encopetado analista hasta el más simple ciudadano de a pie. Mientras Uribe y su Centro Democrático están en contra de esas conversaciones, el gobierno Santos y su coalición de partidos denominada Unidad Nacional aceptaron el diálogo y no han dado muestras de que el Estado deba levantarse de la mesa.

La legislación que habrá que hacer posterior a la firma de los acuerdos de paz, en caso de que ellos se den, sí será un momento de dura tensión entre ambas corrientes de derecha.

Los otros asuntos en los que el Centro Democrático hará “oposición” se enmarcarán más en los temas cotidianos y domésticos que, pese a que tienen mucho impacto en los ciudadanos  –la seguridad, el empleo, la educación…– no implicarán de ninguna forma transformaciones de fondo para la vida de los colombianos.

Será, más bien, la alharaca típica de un parlamento que querrá ganar el escándalo en los medios de comunicación y, de paso, el aplauso o el repudio de la gente, según sean sus intereses. Pero no será más: habrá entonces mucho ruido, pero para que todo siga igual.

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